dimecres, 22 de juliol del 2015

De caminos y senderos


Siempre tuve el convencimiento de que las decisiones que determinan la historia de cada persona se toman o no se toman; pero uno nunca debe arrepentirse de haber hecho una cosa o la otra. Oigo a menudo los "qué pasaría si hubiese hecho aquello", los "dónde estaría si no hubiese apostado por aquello otro" y me llena de honda satisfacción pensar que de contrafácticos no se vive, ¡como si tuviésemos poco con vivir una única vida! Nunca sabremos qué habría sucedido si aquel día hubiésemos llegado a coger el teléfono, si no hubiésemos perdido aquel vagón de tren por escasos segundos, si aquel nefasto día no nos hubiésemos torcido el tobillo jugando a fútbol. Imaginamos historias que nunca han ocurrido, caminos que nunca nos atrevimos a recorrer, senderos que nunca existieron; construimos mundos enteros en los que vivimos todo aquello que sabemos que nunca viviremos. Así nos va...

Pero en ocasiones el destino se planta ante nosotros, nos abre de par en par una puerta y nos invita a entrar, educadamente, sin aspavientos. Absortos, escudriñamos aquella piedra de allí, este bache de acá, intentamos divisar un horizonte quizá demasiado borroso y nos preguntamos si de verdad es esto un camino transitable. Levantamos la vista, tomamos aire, soltamos aquella mochila llena de piedras que con tanto esmero cargamos a nuestras espaldas tiempo atrás. Lo nuevo, ese camino rocoso y bacheado, no admite viajeros que estén continuamente mirando atrás, como si todos los kilométros recorridos fuesen a desaparecer si no volviésemos a contar una y otra vez todos aquellos pasos, firmes, que dimos en su día. A derecha y a izquierda el paisaje se torna cada vez más hermoso; agreste, desconocido, pero extremadamente cautivador al mismo tiempo. Resolutos, decidimos caminar hacia delante con la plena seguridad de que mil senderos imaginados no podrían igualar el atractivo de ese camino tan real que a cada paso que damos somos menos capaces de distinguir qué forma parte del camino y qué forma parte de nosotros mismos. 'Érase una vez...', empiezan muchos cuentos inventados, fábulas imaginadas que pretenden contar una historia que no ocurrió ni aquí ni ahora; en realidad, pretenden contar una historia que ni siquiera ocurrió... 'Sea', digo yo, aquí y ahora; recorramos ese camino, vaciemos nuestras mochilas y dejemos que las cosas ocurran, que ocurran de verdad.

Venimos a este mundo desprovistos de un mapa y una brújula que nos guíen en un territorio hostil. Esperamos que alguien nos enseñe el camino, nos ofrezca su brújula y nos marque una trayectoria definida en un mapa con el que arroparnos para sentirnos seguros. Sentimos esa necesidad, humana, inevitable. Incluso en los momentos de mayor determinación estamos tentados a consultar una y otra vez todas las posibles vías que parten de ese mismo punto en el que nos encontramos; pero creo que esa no es la manera correcta de enfrentarse a las cosas. ¡Vivamos, escojamos un camino y recorrámoslo! ¡Adelante, siempre adelante! Las decisiones que no tomamos dejan de pertenecernos, se esfuman y desaparecen. Otras decisiones vendrán, que nos mantendrán en vilo, nos obligarán a recorrer un camino, ese camino que nos lleva a nuestro propio futuro, ese futuro que será el único que nosotros viviremos, y que será el futuro que nosotros mismos habremos elegido vivir.